El mundo no es mi hogar, soy peregrino aquí, en la Ciudad de Luz tendré tesoro, sí, eterno resplandor por siempre gozaré, y la vida mundana jamás desearé.
Bendito Cristo, Tú eres siempre Fiel, la dicha que me das, más dulce que la miel, la Célica Mansión, por siempre gozaré y la vida mundana, jamás desearé.
Un himno entonaré a Cristo el Salvador. Digno eres, oh, Señor, de Gloria y de Honor, la Patria Celestial por siempre gozaré, y la vida mundana jamás desearé.
Bendito Cristo, Tú eres siempre Fiel, la dicha que me das, más dulce que la miel, la Célica Mansión, por siempre gozaré y la vida mundana, jamás desearé.
Ningún dolor habrá al lado de Jesús, quien derramó Su Sangre en la cruenta cruz. Perfecta Paz allá por siempre gozaré y la vida mundana, jamás desearé.
Bendito Cristo, Tú eres siempre Fiel, la dicha que me das, más dulce que la miel, la Célica Mansión, por siempre gozaré y la vida mundana, jamás desearé.