LA CENA DEL SEÑOR

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Vamos a iniciar nuestro estudio para conocer acerca de la Cena del Señor, ya qué, es un tema de mucha importancia para la Iglesia. Algunas personas, seguramente ya conocen más acerca de este tema y otros quizás la han tomado, pero no entienden muy bien, o no tienen muy claro, por qué y para qué la toman; Cada cuánto la deben de tomar la Cena del Señor y a que se refiere cuando muchos dicen que no debo de tomar la Cena indignamente. 

Para aclarar todas esas dudas, vamos a ir a libro de Hechos, capítulo 2, versículo 42 al 47 que dice: Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la Iglesia los que habían de ser salvos. 

Si usted ha tenido la oportunidad de leer el libro de Hechos, notará, qué en aquel tiempo, Las Iglesias se congregaban en las casas de los hermanos por muchos motivos (Si le interesa conocer más acerca de las Iglesias en casa, le invitamos a que pueda escuchar nuestro estudio que tenemos acerca de las iglesias en casa) pero por ahora para continuar con este estudio de la Cena del Señor, siempre en el libro de Hechos, vamos a ver que, como las Iglesias se congregaban en las casas, en Hechos 2:46 se nos dice que el partimiento del pan, lógicamente se hacía en las casas. (Otro detalle, que no debemos de pasar por alto es qué la palabra pan siempre aparece en singular porque era un solo pan el que estableció el Señor)

Hoy en día son muchas las congregaciones de diferentes denominaciones y religiones, que perseveran en los mandatos, que sean inventados sus líderes (sobre todos los que les conviene imponer) Pero cuando usted les pregunta, que, si están perseverando en el partimiento del pan, qué es ¡la Cena del Señor! Algunos no saben qué es, otros le dirán que lo hacen una vez al año, otros cada seis meses, otros una vez al mes y otros se han inventado hasta su propio estilo de pan. 

Pero para comprender bien lo que es la Cena del Señor, primero debemos ir al Antiguo Testamento y recordar o entender qué el pueblo de Israel tenía unas fiestas solemnes que debían cumplir, ya que, habían sido establecidas por Dios (Si quiere conocer más acerca de esas fiestas solemnes, le recomendamos que pueda leer el capítulo 23 de levítico, donde se detallan cada una de ellas) Dentro de esas fiestas solemnes, estaba la celebración de la Pascua, la cual, como veremos, está muy relacionada a la Cena del Señor, por eso vamos a leer el capítulo 12 del libro de Éxodo, que dice así:

Habló Jehová a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto, diciendo: Este mes os será principio de los meses; para vosotros será éste el primero en los meses del año. Hablad a toda la congregación de Israel, diciendo: En el diez de este mes tómese cada uno un cordero según las familias de los padres, un cordero por familia. Mas si la familia fuere tan pequeña que no baste para comer el cordero, entonces él y su vecino inmediato a su casa tomarán uno según el número de las personas; conforme al comer de cada hombre, haréis la cuenta sobre el cordero. El animal será sin defecto, macho de un año; lo tomaréis de las ovejas o de las cabras. Y lo guardaréis hasta el día catorce de este mes, y lo inmolará toda la congregación del pueblo de Israel entre las dos tardes. Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer. Y aquella noche comerán la carne asada al fuego, y panes sin levadura; con hierbas amargas lo comerán. Ninguna cosa comeréis de él cruda, ni cocida en agua, sino asada al fuego; su cabeza con sus pies y sus entrañas. Ninguna cosa dejaréis de él hasta la mañana; y lo que quedare hasta la mañana, lo quemaréis en el fuego. Y lo comeréis así: ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente; es la Pascua de Jehová. Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, así de los hombres como de las bestias; y ejecutaré mis juicios en todos los dioses de Egipto. Yo Jehová. Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto. Y este día os será en memoria, y lo celebraréis como fiesta solemne para Jehová durante vuestras generaciones; por estatuto perpetuo lo celebraréis. Siete días comeréis panes sin levadura; y así el primer día haréis que no haya levadura en vuestras casas; porque cualquiera que comiere leudado desde el primer día hasta el séptimo, será cortado de Israel. El primer día habrá santa convocación, y asimismo en el séptimo día tendréis una santa convocación; ninguna obra se hará en ellos, excepto solamente que preparéis lo que cada cual haya de comer. Y guardaréis la fiesta de los panes sin levadura, porque en este mismo día saqué vuestras huestes de la tierra de Egipto; por tanto, guardaréis este mandamiento en vuestras generaciones por costumbre perpetua. En el mes primero comeréis los panes sin levadura, desde el día catorce del mes por la tarde hasta el veintiuno del mes por la tarde. Por siete días no se hallará levadura en vuestras casas; porque cualquiera que comiere leudado, así extranjero como natural del país, será cortado de la congregación de Israel. Ninguna cosa leudada comeréis; en todas vuestras habitaciones comeréis panes sin levadura. Y Moisés convocó a todos los ancianos de Israel, y les dijo: Sacad y tomaos corderos por vuestras familias, y sacrificad la pascua. Y tomad un manojo de hisopo, y mojadlo en la sangre que estará en un lebrillo, y untad el dintel y los dos postes con la sangre que estará en el lebrillo; y ninguno de vosotros salga de las puertas de su casa hasta la mañana. Porque Jehová pasará hiriendo a los egipcios; y cuando vea la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará Jehová aquella puerta, y no dejará entrar al heridor en vuestras casas para herir. Guardaréis esto por estatuto para vosotros y para vuestros hijos para siempre. Y cuando entréis en la tierra que Jehová os dará, como prometió, guardaréis este rito. Y cuando os dijeren vuestros hijos: ¿Qué es este rito vuestro?, vosotros responderéis: Es la víctima de la pascua de Jehová, el cual pasó por encima de las casas de los hijos de Israel en Egipto, cuando hirió a los egipcios, y libró nuestras casas. Entonces el pueblo se inclinó y adoró. Y los hijos de Israel fueron e hicieron puntualmente así, como Jehová había mandado a Moisés y a Aarón. Y aconteció que a la medianoche Jehová hirió a todo primogénito en la tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sentaba sobre su trono hasta el primogénito del cautivo que estaba en la cárcel, y todo primogénito de los animales. Y se levantó aquella noche Faraón, él y todos sus siervos, y todos los egipcios; y hubo un gran clamor en Egipto, porque no había casa donde no hubiese un muerto. E hizo llamar a Moisés y a Aarón de noche, y les dijo: Salid de en medio de mi pueblo vosotros y los hijos de Israel, e id, servid a Jehová, como habéis dicho. Tomad también vuestras ovejas y vuestras vacas, como habéis dicho, e idos; y bendecidme también a mí. Y los egipcios apremiaban al pueblo, dándose prisa a echarlos de la tierra; porque decían: Todos somos muertos. Y llevó el pueblo su masa antes que se leudase, sus masas envueltas en sus sábanas sobre sus hombros. E hicieron los hijos de Israel conforme al mandamiento de Moisés, pidiendo de los egipcios alhajas de plata, y de oro, y vestidos. Y Jehová dio gracia al pueblo delante de los egipcios, y les dieron cuanto pedían; así despojaron a los egipcios. Partieron los hijos de Israel de Ramesés a Sucot, como seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños. También subió con ellos grande multitud de toda clase de gentes, y ovejas, y muchísimo ganado. Y cocieron tortas sin levadura de la masa que habían sacado de Egipto, pues no había leudado, porque al echarlos fuera los egipcios, no habían tenido tiempo ni para prepararse comida. El tiempo que los hijos de Israel habitaron en Egipto fue cuatrocientos treinta años. Y pasados los cuatrocientos treinta años, en el mismo día todas las huestes de Jehová salieron de la tierra de Egipto. Es noche de guardar para Jehová, por haberlos sacado en ella de la tierra de Egipto. Esta noche deben guardarla para Jehová todos los hijos de Israel en sus generaciones. Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Esta es la ordenanza de la pascua; ningún extraño comerá de ella. Mas todo siervo humano comprado por dinero comerá de ella, después que lo hubieres circuncidado. El extranjero y el jornalero no comerán de ella. Se comerá en una casa, y no llevarás de aquella carne fuera de ella, ni quebraréis hueso suyo. Toda la congregación de Israel lo hará. Mas si algún extranjero morare contigo, y quisiere celebrar la pascua para Jehová, séale circuncidado todo varón, y entonces la celebrará, y será como uno de vuestra nación; pero ningún incircunciso comerá de ella. La misma ley será para el natural, y para el extranjero que habitare entre vosotros. Así lo hicieron todos los hijos de Israel; como mandó Jehová a Moisés y a Aarón, así lo hicieron. Y en aquel mismo día sacó Jehová a los hijos de Israel de la tierra de Egipto por sus ejércitos.

Esa era la celebración de la Pascua que debía celebrar el pueblo de Israel, por mandato de Dios, en donde sí se fijó bien, se debía comer un cordero y panes sin levadura tal como lo relata el Evangelio de Lucas, capítulo 22 versículos 7 al 20 que dice: Llegó el día de los panes sin levadura, en el cual era necesario sacrificar el cordero de la pascua. Y Jesús envió a Pedro y a Juan, diciendo: Id, preparadnos la pascua para que la comamos. Ellos le dijeron: ¿Dónde quieres que la preparemos? Él les dijo: He aquí, al entrar en la ciudad os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle hasta la casa donde entrare, y decid al padre de familia de esa casa: El Maestro te dice: ¿Dónde está el aposento donde he de comer la pascua con mis discípulos? Entonces él os mostrará un gran aposento alto ya dispuesto; preparad allí. Fueron, pues, y hallaron como les había dicho; y prepararon la pascua. Cuando era la hora, se sentó a la mesa, y con él los apóstoles. Y les dijo: ¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca! Porque os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla en el reino de Dios. Y habiendo tomado la copa, dio gracias, y dijo: Tomad esto, y repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta que el reino de Dios venga. Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí. De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama. 

La Cena del Señor, no es algo opcional para la Iglesia, es un mandato que debemos hacer en memoria del Señor. El libro de Hebreos en el capítulo 8, nos enseña que muchas de las cosas que podemos leer en el Antiguo Testamento, eran sombra y figura de las cosas que vemos en Cristo y su nuevo pacto, por eso dice: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama. 

Si usted es creyente, debe de saber que, si está en Cristo, está bajo un Nuevo Pacto y es una nueva criatura. Usted no está bajo el Antiguo pacto de Israel. Porque Él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. Tal como dice, Efesios 2: 14-16

Si usted se fija bien, en el contexto de esos versículos, estaba hablando de dos pueblos diferentes: uno es el pueblo de Israel y el otro es el de los gentiles y por eso dice que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, o sea de los dos pueblos hizo uno solo. La Biblia dice que es un nuevo hombre, es decir, una nueva criatura, en el cual morará el Espíritu Santo. No es que usted ahora va a pertenecer a alguna tribu de Israel, o será una copia mejorada de los judíos como enseñan algunos que les encantan los beneficios que tenía Israel en el Antiguo pacto. Tampoco es que va a ser, un súper gentil con poderes. ¡No! Si usted está en Cristo, es un nuevo hombre, porque de los dos creo un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades

Cristo es verdaderamente nuestra Pascua y por ende nos hace dignos de tomar su santa cena, no la tomamos por méritos que nosotros hayamos hecho, ni porque somos mejores personas que los demás. La tomamos por fe en obediencia, como lo enseña la primera carta de corintios, capítulo, 5 del 7 al 8, que dice: Limpiados Pues de la vieja levadura para que seáis nueva masa sin levadura cómo sois porque nuestra Pascua, que es Cristo ya fue sacrificada por nosotros Así que celebremos la fiesta no con la vieja levadura ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura de sinceridad y de verdad. 

Así como Israel tenía que tomar por mandamiento la Pascua. Ahora la Iglesia debe tomar la Cena del Señor, en donde celebramos nuestra Comunión con nuestros hermanos y recordamos al Cordero de Dios que ha quitado el pecado del mundo y que pronto vendrá para que estemos en su reino celestial.

En Hechos 2:42, dice que los creyentes perseveraban en el partimiento del pan. O sea, no era algo que lo hacían una vez al año o de vez en cuando. Muchas personas dicen: Yo debo de congregarme porque la Biblia, dice que no debo de tener excusa para no congregarme, pero la mayoría de las personas no sabe para qué se congrega y para su conocimiento debe saber que uno de los tantos motivos por los cuales los creyentes nos congregamos; es para partir el pan, es decir para tomar la Cena del Señor. Muchos solo se congregan para escuchar un mensaje o para cantar y otros pareciera que están más interesados en congregarse, para recolectar dinero, pero la Biblia nos enseña que uno de los motivos por los cuales se reúne la iglesia es para partir el pan y cumplir el mandamiento del Señor, cómo nos lo enseña, Hechos, capítulo 20, versículo 7 que dice: El primer día de la semana reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba habiendo de salir al día siguiente y alargó su discurso hasta la medianoche. 

Lo ve, los discípulos se reunían, para partir el pan y tenían la enseñanza. Por eso la Cena del Señor, es algo que debe ser importante en el pueblo del Señor. El partimiento del pan, no es algo místico, ni una tradición religiosa, cuando usted lo toma ni el pan, ni el fruto de la vid se convierten en ningún invento que han creado los religiosos. La Cena del Señor es algo natural, cuando los hermanos tienen todas las cosas en común y cómo las personas se congregaban en las casas era algo que no podía faltar. Hoy en día las personas se preocupan más porque el lugar, tenga los mejores asientos, que el sonido funcione perfectamente, que no falta la cesta para recolectar las ofrendas, pero son pocos los que se preocupan, en preparar todo para poder partir el pan. Ya no tienen las cosas en común, no parten el pan, ni comen juntos con alegría y sencillez de corazón, porque cada uno se congrega solo para escuchar una prédica y no para la comunión entre hermanos.

Ahora bien. Es una realidad que hay muchas personas que toman la Cena del Señor a la ligera, sin saber qué es lo que están tomando o la toman como una simple comida para engordar o para que lo vean otros que lo están tomando, porque así muestran que no están en pecado o porque les gusta el sabor del fruto de la vid o del pan, que por cierto, es importante que aclaremos que el fruto de la vid: son las uvas, la Biblia jamás enseña que el creyente debe tomar vino fermentado, eso lo veremos en otro estudio, pero por ahora, sí es necesario que usted sepa que se trata de un jugo de uvas.

Pablo nos da una exhortación, acerca de la Cena del Señor, en la primera Carta, de Corintios, capítulo 11, versículos del 17 al 34 que dice: Pero al anunciaros esto que sigue, no os alabo; porque no os congregáis para lo mejor, sino para lo peor.

Cómo lo habíamos mencionado antes, las personas dicen: Necesito congregarme, pero muchas veces no saben para qué, deben congregarse y según leemos acá, las personas se pueden congregar para lo peor: cuando no hay comunión entre hermanos, cuando hay desobediencia a los mandamientos del Señor, cuando en su corazón tienen celos, divisiones, enojo, pleitos, contiendas, murmuraciones, soberbia y otros desórdenes, por esta razón, dice luego en el versículo 18: Pues, en primer lugar, cuando os reunís como iglesia, oigo que hay entre vosotros divisiones; y en parte lo creo. Porque es preciso que entre vosotros haya disensiones, para que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados. Cuando, pues, os reunís vosotros, esto no es comer la Cena del Señor. Porque al comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena; y uno tiene hambre, y otro se embriaga. Pues qué, ¿no tenéis casas en que comáis y bebáis? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios, y avergonzáis a los que no tienen nada? ¿Qué os diré? ¿Os alabaré? En esto no os alabo. 

La Iglesia de Corintios tenía un desorden en muchas cosas y la Cena del Señor no era la excepción. Ellos estaban tomando indignamente la Cena del Señor, porque había división y no estaban teniendo comunión entre ellos, la Cena del Señor era una simple comida o bebida, donde nadie estaba haciendo memoria de la obra de Cristo y por eso Pablo les decía que, si no tenían una casa donde comer, porque estaban siendo glotones y no discernían en el verdadero significado que tiene el partimiento del pan para los creyentes.

Luego dice en el versículo 23: Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo, tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga. De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen. Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; más siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo. Así que, hermanos míos, cuando os reunís a comer, esperaos unos a otros. Si alguno tuviere hambre, coma en su casa, para que no os reunáis para juicio. Las demás cosas las pondré en orden cuando yo fuere.

Muchas personas enseñan, que si esta semana usted ha cometido algún pecado, pues no debe tomar la cena del Señor y eso no es lo que está enseñando la Biblia, porque si tomar la cena del Señor estuviera condicionada a no cometer ningún pecado, entonces nadie podría tomar la Cena del Señor, porque de alguna forma u otra, todos fallamos y pecamos de palabra o de hecho, pero abogado tenemos para con el padre, a Jesucristo quien nos hace dignos de partir el pan por medio de la fe en Él. Tomar la Cena indignamente, se refiere, cuando las personas viven y andan de una forma desordenada, donde no hay amor, ni misericordia, ni comunión, ni respeto por los hermanos, ni hay discerniendo del sacrificio de nuestro Señor en la cruz por nuestros pecados y por eso es que en la Iglesia de Corintios habían muchos enfermos y debilitados y muchos durmieron, porque menospreciaron algo tan importante para la Iglesia: la Cena del Señor

Cada semana que la Iglesia se reúne, debe tomar la Cena del Señor, no la debe tomar ni como un ritual, ni como parte de un protocolo. Pero sí, tenemos que tener discerniendo entre lo bueno y lo malo, entre lo que la agrada a Dios y lo que le desagrada. En otras palabras, como creyentes debemos andar en luz y no en oscuridad, cada día de nuestra vida, para congregarnos para lo mejor y no para lo peor, tal como nos lo enseña 1 Corintios 10:14-23, que dice: Por tanto, amados míos, huid de la idolatría. Como a sensatos os hablo; juzgad vosotros lo que digo. La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan. Mirad a Israel según la carne; los que comen de los sacrificios, ¿no son partícipes del altar? ¿Qué digo, pues? ¿Qué el ídolo es algo, o que sea algo lo que se sacrifica a los ídolos? Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios. No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios. ¿O provocaremos a celos al Señor? ¿Somos más fuertes que él? Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica. 

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