LA VESTIMENTA DEL CREYENTE

(CUARTA PARTE)

Escuchar Estudio bíblico 🎧

Vamos a iniciar nuestro cuarto y último programa de esta serie acerca de la vestimenta del creyente. Por si usted aún no lo ha hecho, le recomendamos que puede escuchar los primeros tres programas de esta serie para que pueda comprender todo el contexto de este tema, qué es algo muy importante para los creyentes. En este estudio regresaremos al libro de Génesis, que ya habíamos leído en nuestro primer programa, para eso le invitamos a abrir su biblia en Génesis, capítulo 3, versículo 21, que dice; Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió. 

Si hay algo que la Biblia marca de forma muy clara, es que el Señor siempre nos ha querido vestir, mientras que satanás nos quiere desvestir y esto no crea que es de ahora, ya que, en todas las generaciones siempre ha habido muchas personas que se han desvestido y que han andado en sodomías, pero los creyentes estamos llamados a seguir las reglas, mandamientos e instrucciones qué nos da el Señor por medio de su palabra. No debemos de acomodarnos o adaptarnos a la cultura del país, ni a lo que dicta la televisión o las redes sociales y mucho menos, dejar que nuestra vestimenta sea escogida o determinada por la influencia de las personas inconversas que están a nuestro alrededor. La biblia es la palabra de Dios y por ende es la única autoridad para determinar lo que es bueno y lo que es malo, lo que es correcto y lo que es incorrecto. Esto lo mencionamos, porque hoy en día son muchas las congregaciones, religiones o personas que dicen ser creyentes que han establecido sus propias normas en cuanto a la vestimenta y cada uno hace lo que bien le parece, pero la palabra del Señor dice qué debemos de andar cómo es digno de la vocación con la que fuimos llamados. Somos un pueblo santo, apartado para el Señor y debemos velar, ser prudentes y estar preparados para entrar en las bodas del Cordero. 

Y hablando de bodas, el evangelio de Mateo, nos enseña que tenemos que vestirnos de acorde a la vestimenta que nuestro Señor nos pide. Dice en Mateo, capítulo 22, versículos del 8 al 14: Entonces dijo a sus siervos: Las bodas a la verdad están preparadas; más los que fueron convidados no eran dignos. Id, pues, a las salidas de los caminos, y llamad a las bodas a cuantos halléis. Y saliendo los siervos por los caminos, juntaron a todos los que hallaron, juntamente malos y buenos; y las bodas fueron llenas de convidados. Y entró el rey para ver a los convidados, y vio allí a un hombre que no estaba vestido de boda. Y le dijo: Amigo, ¿Cómo entraste aquí, sin estar vestido de boda? Más él enmudeció. Entonces el rey dijo a los que servían: Atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. Porque muchos son llamados, y pocos escogidos.

El día del juicio final, será de gran sorpresa para muchas personas, cuando vean que ni sus obras, ni sus religiones,  les podrán salvar. Lo mismo ocurre con la forma en que se viste un creyente. La vestimenta no es algo opcional, que alguno lo toma si quiere y si no, pues se viste según dicta el mundo de la moda. Esto tampoco significa que la vestimenta del creyente, se trata de utilizar un mismo uniforme con algún monograma en particular, para decir que se está vistiendo de acorde a lo que dice la Biblia. ¡Claro que no! Y por eso vamos a leer a detalle, varios pasajes de la Biblia qué nos muestran, cuál es la forma correcta en que las personas se deben de vestir. Cómo lo vimos en los primeros tres programas de esta serie, los creyentes no debemos ni andar mostrando, ni viendo la desnudez en otras personas, ya que, eso es algo que aborrece el Señor, aunque satanás lo quiera hacer ver como algo normal. 

Así que vamos a entrar de lleno, leyendo la primera carta de Timoteo en el capítulo 2, versículos 9 y 10 que dice: Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad.

Para este momento del estudio, muy probablemente algunas personas, ya comienzan a ponerse a la defensiva y ya tienen preparadas sus excusas, sus razonamientos y hasta los versículos para justificarse, del porqué no se visten como lo dice en estos versículos que acabamos de leer, pero le recordamos que estos mandamientos no son para las personas inconversas del mundo, sino que son para los discípulos de Cristo y si usted es un discípulo de Cristo recuerde que los mandamientos del Señor, no son opcionales y en ningún momento son gravosos para nosotros si estamos en el Señor. 

Antes de ver a detalle, la vestimenta descrita en estos versículos, nos gustaría que usted se fije en la parte final del versículo 10, que dice: a mujeres que profesan piedad. Muy probablemente la mayoría de las personas quizás no entienden lo que significa esta parte de la piedad y es que realmente esto amerita otro estudio, para conocer más acerca de la piedad, pero para que lo pueda entender de una manera práctica, vamos a leer lo que decía Pablo en la primera carta a Timoteo en el capítulo 6, versículo 3 que dice: Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad. Para que usted pueda comprender los mandamientos acerca de la vestimenta del creyente, es importante que sepa qué el evangelio de nuestro Señor Jesucristo es conforme a LA PIEDAD y esto representa todo aquello que es; verdadero, honesto, justo, puro, amable, virtuoso, amoroso, compasivo, misericordioso, digno de alabanza y toda aquella devoción a las cosas del Señor y a nuestra santificación. Por eso es que leemos, que esta vestimenta le pertenece a las personas que profesan piedad. Es decir, a los verdaderos creyentes, que son discípulos de Cristo y si usted profesa ser un cristiano, entonces la Biblia enseña que hay una vestimenta qué le corresponde a usted y a su profesión de fe. 

En el contexto de estos versículos sobre la vestimenta en la primera carta de Timoteo, está hablando en particular a las mujeres, ya que, quizás son las mujeres las que se ven más   atacadas con este tema de la vestimenta, pero los principios que enseña la Biblia, no están expresados de forma exclusiva para un género en particular, sino que son para el creyente, sea hombre o sea mujer. En este caso dice la primera carta de Timoteo en el capítulo 2, versículos 9, en adelante: Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa; Y aquí sí es muy importante que usted sepa que la palabra decorosa, viene del decoro, que implica; Honor, respeto, pureza, honestidad, recato, honra, estimación. Ya con solo esa primera palabra, usted podrá examinarse y considerar, si se está vistiendo o no como un o una creyente y si con su ropa está mostrando decoro a las demás personas que la ven todos los días, independientemente de la cultura o del país en dónde viva. 

Pero, la vestimenta no solo se queda en el decoro, también dice que debemos de vestirnos con pudor, que también es sinónimo de recato y modestia, pero sobre todo está relacionado con la vergüenza que debemos tener a la hora de exhibir nuestro cuerpo desnudo o semidesnudo. Como lo mencionamos en los programas anteriores, satanás ha utilizado el arma de la desnudez parcial o total, para que las personas pierdan todo tipo de vergüenza y ahora entre más se muestra; más atrae, más vende, más llama la atención y más seduce a las personas. satanás es el padre de la mentira y es especialista en que las personas, acepten o se adapten a las pautas de vestimenta que él impone, ya que, si usted se fija, la forma en que se vestían, las personas rebeldes hace más de 50 años y que en aquel entonces era un escándalo para el mundo, ahora parece algo normal en el mundo y lo peor, parece que es algo normal en las congregaciones, que dicen ser cristianas, donde parece una pasarela de moda que todos lo ven como algo natural, pero no se equivoque, no se confunda, porque la palabra del Señor es real y no se adapta a los tiempos, sino que sigue siendo viva y eficaz y lo que antes era malo hoy y siempre será malo ante los ojos del Señor. 

Por esa razón es que el Señor, desde Génesis, dice que nos vistió, ya que, necesitamos cubrirnos y taparnos para no mostrar de forma pública aquello que satanás ha utilizado como la excusa perfecta, para que se cometan; Adulterios, fornicaciones, inmundicias, lascivias, idolatrías, pleitos, celos, contiendas, orgías, porque la lámpara del cuerpo, son los ojos y las personas los están llenando de tinieblas, porque están enseñando y viendo lo que el Señor ha prohibido. 

Aparte del decoro y del pudor, se nos dice que debemos de vestirnos con modestia, es decir con humildad, con sencillez, con sobriedad, con decencia, pero nuevamente satanás ha enseñado, todo lo contrario, y hoy por hoy, la vestimenta del mundo está llena de lo opuesto a la molestia, es decir, la presunción, la soberbia, la altivez y la vanidad. La mayoría de las personas presume la ropa que viste, otros consideran que la vestimenta los coloca en un estrato social, otros la utilizan para aparentar que tienen dinero o que se visten a la moda y por ende, terminan convirtiéndose en unas personas soberbias y orgullosas, pero que en realidad son esclavas de ese mundo. 

La Biblia nos enseña que el vestido, es una necesidad para todos los seres humanos, porque necesitamos cubrirnos y calentarnos, pero satanás lo ha convertido en un motivo más para pecar contra Dios y las personas derrochan enormes cantidades de dinero en ropa, que es de alguna marca famosa o que está de moda. (Hemos llegado al punto que la autoestima de muchas personas depende de cómo andan vestidos o en otros casos de algunos que dicen ser predicadores, qué no predican si no visten un traje completo con su saco y corbata) Lógicamente esto ocurre porque para nada les interesa el evangelio qué es conforme a la Piedad. Se sienten mal o no salen a la calle, si andan vestidos de forma sencilla, por qué automáticamente lo relacionan con la pobreza. 

Pero la Biblia nos dice a nosotros los creyentes, en el libro de Efesios, capítulo 4, versículos 17 y 18: Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón;

El mundo no va a cambiar, ni tampoco nosotros podemos cambiar a todas las personas del mundo, pero si decimos que somos creyentes y personas que profesan piedad; No podemos andar como andan ellos, no podemos vestirnos o mejor dicho no podemos desvestirnos como lo hacen ellos. Volviendo a la primera carta de Timoteo, en el capítulo 2, versículo 9 dice; No con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, 

Y en esta parte, seguramente alguien dirá, pero ¿Qué tiene de malo con vestirse así? La respuesta es fácil, vestirse así es todo lo contrario a vestirse con decoro, pudor y modestia. Sabemos que algunos que dicen llamarse “creyentes” dirán: Bueno es que quizás el oro en aquel tiempo era caro, pero ahora no lo es y entonces, no tiene nada de malo en que yo pueda vestirme con prendas de oro. Pero ese razonamiento no es correcto, ya que la Biblia está hablando de algo más delicado que el oro y las perlas. Ese versículo que acabamos de leer, menciona antes, la palabra ostentosa y eso significa algo que muestra lujo y riqueza excesiva, es decir, algo que se hace con ostentación y exageración para que los demás lo vean. En este caso un peinado ostentoso es aquel que se hace mostrando vanidad o presunción, es aquel peinado que rápidamente las personas lo notarán, porque llama la atención y lo mismo sucede con el oro, las perlas, el vestido o cualquier otra joya que se muestre como algo llamativo por su apariencia lujosa o aparatosa y que conlleve a que las personas centren la mirada en el cuerpo o solamente la apariencia externa de esa persona. No importa si fue hace 100, hace 500 o hace 1000 años o inclusive si alguna persona escucha este estudio hasta dentro de 300 años, si el Señor no ha venido. El lujo y la extravagancia, son fáciles de notar en cualquier cultura y en cualquier país, sin importar el tiempo. Por eso el creyente está llamado a vestirse con sencillez, no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, porque como les mencionamos, las personas han cambiado la necesidad de vestirse por la opulencia y el lujo de engalanarse. 

Las personas, ya no utilizan la ropa para cubrirse y calentarse, sino que lo hacen por seguir la corriente del mundo, andando en la vanidad de sus ojos y queriendo aparentar o vestirse para que los vean los demás, gastando mucho dinero, para tener zapatos, ropa, adornos y maquillajes muy costosos. Lo más preocupante de esto, es que hoy en día, la mayoría de las personas que se reúnen en los templos, donde supuestamente van a alabar al Señor, van vestidas de ostentación, opulencia y mucha pompa, porque les han engañado haciéndoles creer que hay que engalanarse lo más que se pueda, para estar en la presencia del Señor y se les ha olvidado que Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón, como dice 1 Samuel 16:7

Entonces usted debe de considerar cómo se viste y para quién se viste. Debe de examinar, si la ropa con la que usted se viste es decorosa y muestra el pudor y la modestia, que refleja el creyente que usted profesa ser. Este versículo qué hemos leído en la primera carta de Timoteo, termina diciendo que las personas nos debemos de vestir con buenas obras (Los creyentes sabemos que somos salvos por gracia y no por obras, para que nadie se gloríe, pero también debemos de recordar que somos hechura de Cristo, para andar en las buenas obras que el Señor preparó de antemano)

Sí seguimos escudriñando la escritura, veremos que este tema de la vestimenta, no solo lo mencionó Pablo, en la primera carta de Pedro, en el capítulo 3, versículos del 1 al 5 dice; Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa. Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios. Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos;

En la primera carta de Timoteo leíamos qué las mujeres debían de vestirse con buenas obras: Pues el estar sujetas a sus maridos, el tener una conducta casta y respetuosa, es andar y vestirse de buenas obras. Y esto no es nada exclusivo para las mujeres, ya que los hombres también deben vivir sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, orando en todo lugar y levantando manos santas, sin ira ni contienda.

Dice en la primera carta de Pedro 3:2: considerando vuestra conducta casta y respetuosa. Y en este sentido la palabra casta está ligada a la pureza, la santidad, la fidelidad y a la decencia. Así debe de ser la conducta del creyente, pero satanás le ha enseñado todo lo contrario al mundo, para que la vestimenta y comportamiento de las personas sea indecente, que incite a la sensualidad, a lo provocativo y a la infidelidad. 

La vestimenta de las personas está de acorde a la forma en la que se comportan o se conducen y por eso 1 Pedro 3:3-4 dice: Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios.

Tanto, 1 Timoteo 2: 9 y 1 Pedro 3:3, dicen los mismos mandamientos para los creyentes. No podemos vestirnos cómo se viste el mundo. Nuestra ropa debe de ser decorosa con pudor y modestia. No debemos ser conocidos porque nuestro atavío sea el externo, sino el interno. Tenemos que cuidar la forma en que nos vestimos, sin olvidar qué la vestimenta es una necesidad, qué nuestro Señor provee, para que no se convierta en un afán en nuestras vidas. Tampoco debemos de denigrar a una persona que es creyente, porque ande vestido con ropa andrajosa, o sea, con una ropa que este: rota sucia o malgastada, ya que quizás no tiene los recursos para comprarse una más nueva y es ahí en donde entra el amor al prójimo y tenemos que ayudar de verdad a nuestros hermanos como nos enseña el libro de Santiago 2:15-16 que dice: Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? La respuesta es clara, no aprovecha de nada, sí usted habla, pero no actúa, no es un creyente, porque los creyentes son los hacedores de la palabra de Dios. 

Para ir finalizando este estudio, vamos a ver algunos pasajes de la Biblia, que hablan de lo maravilloso que son las vestiduras del creyente. 

En Apocalipsis capítulo 1 versículos 12 y 13 dice: Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro, y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro.

Cuando estamos en el mundo, vivimos en los deseos de nuestra carne y no tenemos vergüenza, ni pudor, ni decoro, ni modestia. Pero cuando venimos a los pies del Señor, nuestra vestimenta es de honra como dice Isaías 49 en el versículo 18: Alza tus ojos alrededor, y mira: todos éstos se han reunido, han venido a ti. Vivo yo, dice Jehová, que, de todos, como de vestidura de honra, serás vestida; y de ellos serás ceñida como novia.

Debemos de cuidar nuestro cuerpo, qué es el templo del Espíritu Santo y debemos andar como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino que debemos de vestirnos del Señor Jesucristo, y no proveer para los deseos de la carne, como dice Romanos 13:13-14, porque recuerde que todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

Hagamos la voluntad del Señor y obedezcamos a sus mandamientos. Somos un pueblo llamado a ser santo para el Señor, debemos vestirnos de una manera digna y no de una manera lujosa. Debemos de vestirnos de una manera decorosa y no andar en la vanidad de nuestra mente, porque recuerde que nuestra vestimenta final en la eternidad, será una vestimenta blanca de pureza, como lo leemos en los siguientes pasajes de la biblia. Apocalipsis, capítulo 3 versículo 4 y 5 dice. Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas. El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.

En Apocalipsis capítulo 6 versículo 11 dice: Y se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos.

Luego en apocalipsis 7:9 dice: Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos;

Por último, dice en Apocalipsis 7:13 y 14, Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿Quiénes son, y de dónde han venido? Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.

satanás ha corrompido a la tierra, con sus mentiras y tentaciones. A una parte de los seres humanos, los tiene vestidos de forma ostentosa, y pomposa, mientras se afanan y gastan mucho dinero. Y a la otra parte de los seres humanos, los tiene desvestidos o mostrando la mayoría de su cuerpo, cómo una gran ramera. Pero nosotros somos el cuerpo de Cristo, la Iglesia del Señor, la esposa del Cordero y cuando nos vestimos lo hacemos con un espíritu que desea renunciar a lo oculto y vergonzoso, para agradar al Señor y no a nosotros mismos. Vistámonos pues, como la esposa del cordero que aguarda por su esposo, como lo dice Apocalipsis 21:2 Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido.

Que el Señor le dé sabiduría y le exhorte para que de ahora en adelante considere la forma en la que se viste, mientras viva en esta tierra. 

LA VESTIMENTA DEL CREYENTE

(PRIMERA PARTE)

LA VESTIMENTA DEL CREYENTE

(SEGUNDA PARTE)

LA VESTIMENTA DEL CREYENTE

(TERCERA PARTE)