MI FE NO MUEVE MOÑTAÑAS
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Vamos a abrir nuestras biblia en el libro de efesios en el capítulo 4, versículo 5, que dice: Un Señor, una fe, un bautismo,
El contexto de este versículo comienza en el versículo uno, en donde Pablo les decía a los creyentes, que debían vivir todos en unidad, humildad, mansedumbre, soportarse los unos a los otros y andar en un mismo espíritu. Luego llegamos hasta el versículo 5, y dice que todos los creyentes, tenemos un Señor, una Fe y un Bautismo, ya hemos hablado de ese Señor que es Cristo, que es el Señor de la Iglesia y de cada creyente y esto no se refiere a que Cristo es un señor, porque tiene más de 40 años o porque es un padre de familia, sino que es el Señor que literalmente debe de gobernar el corazón, la mente, el cuerpo, el alma y todo el ser de cada creyente por medio del Espíritu Santo, digo esto porque muchas personas solo quieren recibir a Cristo como su Salvador, para que les vaya bien en esta tierra y que al morir puedan escapar de la ira venidera, pero no quieren recibir a Cristo, como su Señor y vivir de acorde a su voluntad y a sus mandamientos.
Pero bueno, ya tenemos una predica de Cristo como el Señor, así que ahora vamos a hablar de la segunda parte de este versículo, que dice una fe. Y de entrada con solo hablar de una sola Fe, se vuelve interesante, ya que cientos de religiones en el mundo profesan ser la religión verdadera y cada uno dice tener su propia Fe, pero la Biblia nos habla de una sola Fe, y es que la mayoría de las personas que pertenecen a cualquiera de esas religiones, creen que ellos creen en Dios y piensan o están seguros de que esa fe que tienen, los salvará el día que Cristo venga, porque se les ha enseñado que un creyente es aquel que cree en Dios. Y respecto a esa creencia, es necesario mencionar dos cosas: La primera es que la biblia afirma que en el mundo hay muchos dioses y usted debe estar seguro de que el “dios” en el que usted cree, sea el verdadero Dios. Y lo segundo es que si usted cree en el verdadero Dios, debe de recordar que la fe en Dios, no se puede desconectar de ese Señor y de ese bautismo que se menciona en el versículo 5 del capítulo 4 de efesios. Es decir que es imposible que usted diga tener una fe en Dios, pero que en su diario vivir, su Señor sea satanás. Así que, vamos a ver a detalle de qué se refiere la Biblia cuando dice que debemos de tener una Fe y para eso me gustaría que vayamos a leer en el libro de Gálatas, en el capítulo 6, en los versículos del 9 al 10 qué dice: No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.
Esta familia de la fe, son los hermanos en Cristo, personas que al igual que nosotros, han nacido de nuevo y andan en los caminos del Señor. Esto significa que los verdaderos creyentes, somos una familia en la fe, porque tenemos una misma fe en común, es decir que mi fe no debe ser diferente a la fe de otros creyentes. Por ejemplo, si usted mira en el mundo a las personas a las que les gusta la música rock, verá que casi todos ellos comparten ese mismo gusto musical, incluso eso se ve reflejado hasta en su forma de vestir (Es muy difícil que alguien diga que es rockero y que pertenece a la familia del rock, pero que él, siempre se viste con ropa totalmente de color blanco, eso es ilógico, ya que lo más común en la familia del rock, es que casi todos se vistan de color negro).
Pues de la misma forma, nuestra fe, no debe de estar desconectada del Señor Jesucristo, ni tampoco debe estar desconectada de la congregación, porque somos una familia en Cristo, quien nos dio la potestad de ser hechos hijos de Dios y aunque no tengamos ningún vínculo de sangre con otros miembros de la congregación, nos podemos llamar hermanos, porque tenemos un mismo Padre celestial.
Ahora bien, cuando digo que podemos llamarnos hermanos, no estoy queriendo decir que eso es un título o una nueva forma de hablar en la congregación y que usted va a pasar diciendo: ¡Hola, hermano!, ¡Adiós, hermano!, ¡Saludos, hermano!, ¡Allá va el hermano, ve! No, más que una moda de hablar, esa hermandad debe ser un vínculo real y espiritual que nos une a las demás personas que están en la familia de la fe. Les amamos, les entendemos, les ayudamos, les exhortamos y les tratamos bien. Digo esto porque en muchas congregaciones, esto no es una realidad y pareciera que se dicen hermanos de la boca para fuera, pero realmente no se tratan como verdaderos hermanos, o sea no tienen nada en común, ni pareciera que fueran miembros de la misma familia de la fe.
Pero cuando de verdad somos parte del cuerpo de Cristo, debemos de tener una fe en común y esta fe, por cierto, no es la que tiene el mundo, porque la misma Biblia nos enseña que hay diferentes tipos de fe. Por ejemplo hay una fe, que es natural y la tenemos todas las personas, sean o no sean creyentes, como nos lo enseña la biblia en el libro de Hechos en el capítulo 14 versículos del 8 al 10 que dice: Y cierto hombre de Listra estaba sentado, imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento, que jamás había andado. Este oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en él sus ojos, y viendo que tenía fe para ser sanado, dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y él saltó, y anduvo.
Esta persona tenía fe que podía ser sanado. Hay personas que tienen fe en alguna pomada, o alguna medicina, o remedios naturales, otros tienen mucha fe en ciertos doctores, otros tienen fe en adivinos, agoreros, encantadores o falsos profetas y otros creen, es decir tienen fe de que existen los extraterrestres, o que los humanos venimos de un mono o que todo lo que existe se creó, simplemente de la nada e incluso muchos creen que Dios no existe y esa es su fe, hí tienen depositada su confianza.
Así que, todos los seres humanos, de una forma u otra, tenemos una fe natural. El problema no es tener fe, el problema es, en que, o en quién, ha depositado usted su fe. Otro ejemplo es que las personas que son religiosas, profesan tener una fe, y regularmente esa fe es supersticiosa, una, por las cosas extrañas que creen y lo otro es que sólo la utilizan cuando les conviene (Viven su vida a su manera, pero cuando están en alguna emergencia vienen y claman a Dios, para que les ayude, y luego se les olvida y vuelven a vivir sus vidas como si Dios no existiera) Como aquel relato que nos cuenta la Biblia de los 10 leprosos que tenían la necesidad de ser sanados, pero una vez que fueron curados, dice la biblia que solo uno de ellos, que por cierto era samaritano, se regresó a darle la gloria a Dios, mientras que los otros, cuando obtuvieron lo que querían, se fueron y se olvidaron de Dios, ya que lo único que les interesaba eran las cosas terrenales, su sanidad y punto, no estaban interesados por ningún motivo en Dios. Entonces esa es una fe natural que tenemos todos.
Pero también tenemos la fe que se obtiene como don del Espíritu Santo, y para eso vamos a leer la primera carta de corintios en el capítulo 12 desde los versículos 7 al 9 que dice: Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu.
En el contexto de estos versículos, lógicamente está hablando, de los dones del Espíritu Santo que reciben los creyentes como regalo de Dios para edificación de la Iglesia. Y Dentro de esos dones, ya lo pudimos leer, está el Don de la fe, como fue el caso de Esteban o Bernabé, que dice la escritura que eran varones llenos de fe, ya que tenían ese Don que habían recibido del Espíritu Santo.
Luego, aparte de la fe natural y la fe como Don del Espíritu Santo, también tenemos la fe como fruto del Espíritu, como aparece en el libro de gálatas, en el capítulo 6, versículo 22. Y esto en pocas palabras quiere decir que todo creyente tiene una fe que va de acorde con sus obras y la forma en la que se comporta, como era el caso de Filemón, que usted lo puede leer en el capítulo uno versículos del cuatro al seis qué dice: Doy gracias a mi Dios, haciendo siempre memoria de ti en mis oraciones, porque oigo del amor y de la fe que tienes hacia el Señor Jesús, y para con todos los santos; para que la participación de tu fe sea eficaz en el conocimiento de todo el bien que está en vosotros por Cristo Jesús.
¿Lo ve? El árbol se conoce por el fruto, como lo dijo el Señor Jesucristo y como lo confirma Santiago en su epístola. y hablamos del ejemplo de Filemón, porque el mostraba ese fruto de la fe, en toda su vida y en la manera en que él se comportaba en su hogar, en la Iglesia y con los hermanos (Y espero que ese fruto de la fe, también sea fácil identificarlo en su vida y en la mía). También, está por demás que lo diga, pero igual lo diré, la fe como fruto y como don del Espíritu Santo, no la puede tener el mundo (ellos solo tienen su fe natural, terrenal, carnal y en algunos casos idólatra y hasta demoníaca) Pero recuerdo lo que Pablo mencionaba en su segunda carta a los Tesalonicenses, cuando le decía que él oraba para que fueran librados de hombres perversos y malos porque no es de todos la fe.
Y al decir que no es de todos la fe, se está refiriendo a que el mundo puede tener su fe natural, pero la fe que tiene el creyente es una fe diferente. Y cuando me refiero al creyente estoy hablando de los verdaderos creyentes, porque el mundo religioso también habla de una fe, pero debemos tener el cuidado, como dice la biblia en la primera carta de Timoteo en el capítulo 1, versículo 5 y 6 que dice: Pues el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida, de las cuales cosas desviándose algunos, se apartaron a vana palabrería.
Vivimos en un mundo tan religioso y falso, lleno de “cristianos” que se la pasan fingiendo. Fingen que tienen amor, fingen ser buenas personas y fingen tener fe en Dios. Con sus labios lo honran pero su corazón está lejos de Él. Y esa es la diferencia con el verdadero creyente. Nosotros, no podemos amar al mundo y amar a Dios. Hoy usted no puede decir que tiene una fe en Dios y creer lo que dice el horóscopo, por ejemplo. De hecho hay personas que ponen 100% su fe en la medicina y dicen ojalá que me haga bien esta pastilla en el “nombre del señor”, pero realmente la fe está puesta en la medicina y no en el Señor. la oración no acompaña a la medicina, sino que es la medicina la que debe de acompañar a la oración, y esto no significa que usted no debe tomar medicina. Sino que me refiero a que las personas dicen que son personas de fe y al mismo tiempo están afanados, desesperados, impacientes, inseguros y sin confiar en el Señor y aunque todos podemos pasar por tiempo muy difíciles, la biblia nos dice en el libro de filipenses en el capítulo 4 versículos 6 y 7: Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego con acción de gracias, y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Dios es quien nos guarda. Nuestra fe, no es la misma fe del mundo, y nuestra fe debe ser una sola, y para conocer más acerca de esta fe que tenemos en común los creyentes, vamos a leer en el libro de Romanos en el capítulo 10, versículos del 8 al 13 que dice así: Mas ¿Qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado. Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.
¿Cuántos creen Esto? Esta es la fe que tenemos en común todos los creyentes, este es nuestro evangelio, esta es nuestra verdad, esta es nuestra confesión de fe: Que Cristo es el Señor y que Dios le ha levantado de los muertos. La biblia no nos manda que nos compremos una camiseta que diga que nosotros somos valientes y arrebatamos el reino de los cielos. ¡No! La biblia nos manda a que confesemos y vivamos una fe verdadera. El hecho de que usted crea que hay un Dios, eso no lo vuelve un creyente, de ninguna manera, ya que hasta los demonios creen eso, pero no por creer eso, van a ser salvos los demonios. Ellos no va a ser salvos, porque aparte de que pecaron contra Dios, no se quisieron someter al gobierno del Señor, ellos se revelaron y lo rechazaron desde el principio de la creación y lo mismo pasará con las personas que aunque con sus labios dicen creer y dicen que tienen una fe en Dios, su vida refleja una realidad diferente, porque no se quieren sujetar a los mandamientos del Señor. Es fácil recibir un evangelio donde Jesús, me sanará, me quitará mi males, me prosperará, me beneficiará, ese evangelio nadie lo va a rechazar, pero cuando uno predica el evangelio de verdad, el evangelio de salvación, en donde Dios es el Salvador, pero también es el Señor y nosotros sus siervos, entonces ahí, las personas prefieren creer o tener fe en otro tipo de dios, un dios que se adapte más a su forma de vivir.
Y esto no lo digo solo por aparentar y ser duro, ¡No! Pero realmente no importa si usted dice que tiene tanta fe, que cree que pueda volar o mover montañas. Sí en su vida no se ve reflejado el fruto del Espíritu Santo, esa fe no vale nada. Los creyentes tenemos una fe no para andar moviendo montañas sin propósito, tenemos una fe que está 100% alineada con los mandamientos del Señor, porque nuestra fe está puesta en el Señor que murió por nuestros pecados y también resucitó y nos resucitará en el día postrero. Nuestra confesión de fe en el Señor, no es algo del pasado, no es repetir una oración para ganar vida eterna de forma fácil, sino que la fe que tenemos en común es algo que se vive a diario y se muestra en la forma en la que vivimos, sin importar el lugar en donde estemos. Esa es la gran diferencia entre el mundo y los creyentes, entre los que creen de verdad y los que fingen creer, como dice el libro de Romanos en el capítulo 10, versículos del 14 al 17 ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas! Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿Quién ha creído a nuestro anuncio? Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.
Es imposible que el mundo invoque a Dios, si no ha creído en su evangelio. Y pueda que usted se pregunté ¿Cómo puedo obtener esa fe de la que usted está hablando? Pues la biblia dice que la fe viene por el oír y el oír por la palabra de Dios. Y esto es algo fácil de explicar, por ejemplo, si yo ahorita le digo que si se come una piña nunca le va a dar cáncer. Vamos a ser honestos, si usted lo hace, es que me creyó y tiene fe en lo que dije, y si usted no se come la piña, pues no me tiene Fe. De la misma manera si usted le cree a Dios va a hacer lo que Dios dice que hagamos y si no lo hace, es que no tiene fe en lo que Dios dice (Es decir que no es un creyente que solo le honra de los labios para fuera y solo finge tener fe por conveniencia, apariencia o religiosidad).
Además de todo esto la Biblia nos enseña que la fe que tenemos en común los creyentes, nos recuerda y nos da la seguridad de que somos salvos por gracia, como dice el libro de efesios en el capítulo 2 versículo 8 y 9 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Así que si usted dice que todavía no está listo para morir, entonces usted no cree en la gracia, ya que, no hay obras que usted pueda hacer para llegar al cielo, es por medio de la fe en Jesús, que nos salva por su gracia y nos da la potestad de ser hijos de Dios. Recuerde, cual es la palabra de fe que confesamos los creyentes: Qué Jesús es el Señor y que Dios le levanto de los muertos y por su obra de gracia, todos los creyentes también seremos levantados de entre los muertos por la gracia del Señor.
Yo sé, que a muchos les cuesta aceptar la salvación por gracia, porque se necesita fe para creer esa verdad, y les cuesta aceptarlo, porque la mayoría de las religiones necesitan hacer algo para ganarse el cielo, pero la Biblia dice que es al revés, que somos salvos por gracia. No por obras para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús, para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano, para que anduviésemos en ellas. Así que, por medio de la fe que tenemos en común los creyentes, podemos recibir la gracia, y también podemos recibir el perdón y la salvación como nos dice la biblia en el libro de Hechos 26, versículos del 15 al 18 que dice: Yo entonces dije: ¿Quién eres, Señor? Y el Señor dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti, librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío, para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados.
Es difícil que el mundo crea esto, mientras no se arrepientan y no se arrepienten, porque no se ven como personas malas, o creen que la maldad que tienen en promedio no es tan alta y más si se comparan con otro que si son malvados, como los asesinos, violadores o políticos, u otras personas que ellos si consideran malos. Pero si usted mira noticias que salen en los medios de comunicación, verá que las cosas malas que ahí se ven, son muchas en muchos rincones del planeta y que los culpables no solo son algunas personas, sino que la maldad se muestra de muchas formas en la mayoría de las personas. Pero la ceguera espiritual es tan grande que las personas no lo ven y creen que creen y que tienen fe en Dios, aunque sus acciones digan lo contrario. Y esto sucede porque nos cuesta entender de que la fe no tiene nada que ver con las emociones. La fe es una convicción, independientemente si hoy solo logró dormir una hora o si comí bien o mal, si estoy enfermo o con salud, si hoy murió algún familiar, o si tengo que ir a una boda, nuestra fe es inalterable y las emociones no deben tomar el control de nuestra fe.
Así que si usted, hoy quiere tener esa fe que tenemos en común los creyentes, el camino es el mismo para todos, arrepentíos y convertíos de las tinieblas a la luz, de la potestad de Satanás a Dios, en pocas palabras usted debe de cambiar del señorío de Satanás al de Dios, ya que si ahorita usted anda en los deleites del mundo, su señor es satanás y la culpa no solo es de satanás que no lo quiere soltar, la culpa también es suya, cuando usted solo quiere vivir en los placeres del mundo, y prefiere quedarse en ese lugar, entonces usted no quiere venir al señorío de Dios, le gusta reunirse una vez a la semana, hablar de vez en cuando de Dios, pero eso lo convierte en un buen actor, porque solo finge tener fe en Dios (Eso lo convierte en un religioso). Pero ese dios, al que usted cree servir, no es el Dios verdadero, sino que es el dios de este siglo que ha segado el entendimiento de las personas, es decir que es un dios que las personas se han creado, para su propia conveniencia… Ese dios es su vientre y solo piensan en lo terrenal como dice filipenses. Les gusta que ese dios les complazca en todo lo que le piden, quieren que todo en esta vida les salga como lo han planeado, quieren vivir si es posible 120 años en la tierra en salud, con mucho dinero, sin ningún mal, sin pruebas, ni tribulaciones, cuya vida sea puro gozo y deleites (Y de verdad ellos van a morir engañados porque están tan cegados que piensan que ese dios es el Dios verdadero)
Pero la fe que tenemos en común los creyentes, no debe depender de las situaciones externas que nos ocurran, sean buenas o malas, es más, debemos estar firmes y permanecer en esa fe, pase lo que pase como dice Hechos 14 en los versículos 21 y 22 Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios.
También 1 Corintios 16:13 dice, Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos.
Y Colosenses 1, versículos 21 al 23 dice: Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él; si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro.
Debemos de permanecer firmes en esa fe, pase lo que pase en esta tierra, no tiene que creerle a esos falsos predicadores que solo le hablan de prosperidad terrenal y lo quieren “empoderar” como que usted es lo mejor de lo mejor, pero no debemos de olvidar, que si somos cristianos, no es porque hayamos sido lo mejor de lo mejor, nuestra fe es que somos salvos por gracia, hace 15 años fui salvo por gracia, hoy sigo siendo salvo por gracia, sin importar las obras que haya hecho o las situaciones que me han sucedido, fue por su gracia que fui trasladado de las tinieblas a la luz y voy a ser resucitado y levantado en el día postrero (Esa es mi confesión de fe) Y por eso usted también debe permanecer firme en lo que he creído.
Y tenemos que entender que no es fácil permanecer firmes en la fe, sobre todo, cuando solo creemos en lo que vemos y no entendemos cual es el fin o propósito de la fe. Muchas veces vamos a atravesar por situaciones muy difíciles, que nos van a hacer vacilar o nos van a querer hacer retroceder, pero el Señor nos anima a que permanezcamos firmes en esta fe, así que vamos a pasar por muchas cosas, que quizás nunca vamos a entender, pero lo que si debemos de conocer y entender, cual es el propósito de la fe. Pero para entender eso, me gustaría que vayamos a leer la primera carta de Pedro, en el capítulo 1, versículos del 6 al 9 que dice: En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas.
El fin de la fe qué tenemos en común los creyentes: es la salvación. el fin de la fe, no es que usted obtenga un carro, una casa, un viaje, un trabajo ideal, o que será un hombre de éxito. El fin de la fe, es la salvación de nuestras almas. Y por cierto dice que va a ser probada su fe, para ver si es hallada en alabanza, gloria y honra. Es fácil decir que tenemos fe cuando todo marcha bien, o creer que yo voy a ser millonario “en el nombre del Señor” solo porque soy una persona de fe, pero eso no tiene nada que ver con la fe del creyente, es más, si usted lee lo que decía Pablo en la segunda carta a Timoteo en el capítulo 4, versículos del 6 al 8, Pablo decía: Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.
He guardado la fe decía Pablo. Él de verdad que perseveró hasta el final y esto que su carrera no fue color de rosa, no es que él tuvo una vida muy plena o muy satisfactoria (Terrenalmente hablando) ¡No! le pasaron cosas muy difíciles, pero aun así permaneció firme en el Señor y por eso estaba seguro de su corona, y esa corona por cierto, él decía que era para todos los que aman la venida del Señor. Y aquí si le pregunto, Usted ¿Ama la venida del Señor? ¿Clama por la venida del Señor? ¿Es su anhelo ferviente qué el Señor venga por su iglesia? ¿O usted es de las personas que solo desea la venida del Señor cuando está en un problema o sin empleo o cuando está enfermo?
Este testimonio de Pablo, debe ser un gran despertar para nosotros y no solo el de Pablo, sino que también el de todos los creyentes que se mencionan en el antiguo y nuevo testamento. Tenemos que ser hacedores de la palabra, ya que, si nos conformamos solo a estar escuchando buenas predicas, sermones o enseñanzas pero no actuamos nos pasará lo mismo que el pueblo de Israel. Es mas puede que usted esté escuchando esta predica y diga me parece bien, pero si al final usted no hace lo que dice la Biblia, pues le va a pasar, como el pueblo de Israel, como dice en el libro de Hebreos 4:1-2 Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron.
Estas personas no pudieron disfrutar las promesas del Señor, porque no recibieron la palabra con fe. Lo mismo pasó en el diluvio en los días de Noé, ¿Se acuerda? no le creyeron. En los días de Lot, no le creyeron. En los tiempos de los profetas, no les creyeron. Hoy en día, no nos creen y lo que quiere decir estos versículos que acabamos de leer en Hebreos 4, es que, pueda que usted diga: Bueno tiene razón, en lo que acaba de decir, voy a meditar en eso, lo voy a pensar, voy a ver si me convenzo. Pero eso lo convierte en un oidor de la palabra sin fe. Pero en el nuevo testamento, leemos que cuando las personas de verdad creían el evangelio que escuchaban, era porque tenían una fe real, tan real que en algunos casos, descendía el Espíritu Santo sobre ellos en el mismo momento, mientras que hoy en día las personas se han vuelto muy filosóficas o psicológicas, les encanta meditar, escuchan y escuchan predicas, escuchan el evangelio, lo meditan en su mente, pero nunca dejan que llegue a sus corazones.
Debemos dejar que el evangelio penetre hasta lo más profundo de nuestro ser, debemos tener una sola fe como dice efesios 4:5, y nunca debemos de olvidar que el fin de esa fe, es la salvación, pero mientras nos llega esa salvación, también debemos de vivir con esa fe como lo leemos en Hebreos 10, en los versículos del 35 al 39 que dice: No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque aún un poquito, Y el que ha de venir vendrá, y no tardará. Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.
El justo por la fe vivirá y nosotros los creyentes, debemos de vivir por fe, los creyentes tenemos una fe eterna, una fe que nos acompaña en cada día de nuestra vida y no debemos de perder esa confianza porque sabemos que tenemos ese gran galardón que vendrá de parte del Señor. Así que debemos de ser pacientes cada día y recordar que este es un camino que debemos recorrer y que mientras estemos en este cuerpo de carne, vamos a pasar por muchas situaciones buenas y malas, pero debemos de tener la confianza de que Cristo vendrá por su Iglesia, como dice aquí em Hebreos: porque aún un poquito y el que ha de venir vendrá y no tardará (Ese es Cristo, ahí debemos de tener nuestra fe y nuestra confianza) Por eso es que amamos su venida, por eso es que el fin de nuestra fe, es la salvación y por eso es que no debemos de retroceder para perdernos en el camino oscuro de satanás, sino que debemos de mantenernos en la luz de Cristo, esta es nuestra fe, para que nuestra alma pueda perseverar y el Señor nos pueda recibir en sus moradas eternas por su gracia.
Y si usted Lee los siguientes versículos de Hebreos 11, del 1 al 3 dice: Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.
Quiere decir, que cuando usted lee en el libro de Genesis, que al principio Dios creo los cielos y la tierra, ahí se necesita la fe para creer eso. (Hay muchas personas que no creen eso, como había dicho al principio, que ellos creen que venimos del mono o tienen fe que hubo una explosión, pero aquí Hebreos nos decía que es por medio de esa fe que estamos seguros que fue Dios, quien creo el universo) La fe que tenemos en común, no se trata de deseo mundanos, ni de cosas materiales, ni de psicología cristiana. Nuestra fe está en Cristo, a quien esperamos con certeza, a quien por ahora aunque no le vemos, tenemos la convicción de que nos ha redimido por su gracia. Por esa fe que tenemos en común es que vivieron todas las personas que se relatan en el capítulo 11 de Hebreos, que vivieron por fe, como Abel, Enoc, Noe, Abraham, Sara, Jacob, Moisés, los profetas y muchos más que se mencionan en este capítulo, ya que vivieron por la fe, poniendo la mirada en la eternidad y no en los deleites temporales o cosas pasajeras de este mundo (Ahí es donde satanás, se aprovecha de los incrédulos. Se aprovecha de las personas que ha cegado y no les permite que puedan llegar a la fe de Cristo, porque los llena con placeres, los llena con deleites y muchas veces, ese anzuelo nos atrapa y nos aleja de Dios)
Por último es importante mencionar que la fe que tenemos los creyentes, no es algo que se recibe una vez en la vida y ya después vivimos en automático, ¡Claro que no! Ese fruto va creciendo en nosotros por medio del Espíritu Santo, quien está con nosotros siempre, hasta la venida del Señor. No se confíe en una oración que hizo en el pasado, la fe sin obras está muerta y debemos examinar nuestra vida para saber si de verdad somos creyentes como dice la 2da carta de Corintios en el capítulo 13 versículo 5: Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?
Entonces de verdad que debemos examinar nuestra vida y no es que me examino viendo una película de Hollywood, o me examino yo solito, confiándome en mi propia mente, ¡No! me examino por medio de la palabra de Dios, me examino por medio de hermanos que de verdad tienen el Espíritu Santo y que me pueden mostrar si de verdad yo soy una persona de fe. Y vuelvo a repetir, no estoy hablando de una fe natural, no es una fe que voy a sacar 100% en el examen o que tengo fe que voy a ser millonario, no, esa fe es la del mundo, que al final va a terminar en perdición.
Pero estamos hablando de la fe que tenemos en común los cristianos como dice Efesios 4:5. Pues recibimos perdón de pecados por esa fe, renunciamos a seguir viviendo en las tinieblas por esa fe. Rendimos nuestra vida a Cristo y le aceptamos como nuestro Señor, porque tenemos la fe que él nos hará descansar de nuestras cargas terrenales y en su venida nos llevará a las moradas celestiales. Por la fe, creemos que somos hechos hijos de Dios en Cristo y pertenecemos al reino de los cielos. Por esa fe que tenemos en común usted y yo, nos congregamos hoy, somos una familia (Por eso es que somos hermanos por cierto) porque tenemos en una sola fe en común.
¡Vamos a orar!
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