SOY EL MEJOR EN TODO
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Dice la Biblia en el libro de Proverbios, capítulo 20, versículo 6: Muchos hombres proclaman cada uno su propia bondad, Pero hombre de verdad, ¿Quién lo hallará?
Por eso debemos de tener el cuidado, de no convertirnos en unas personas jactanciosas, presumidas o egocéntricas. Como creyentes debemos de obedecer lo que dice la palabra del Señor qué nos dice en Proverbios 27, versículo 2: Alábete el extraño, y no tu propia boca; El ajeno, y no los labios tuyos.
Esto quiere decir, que no es usted la persona, que debe de presumir sus bondades o proclamar a las demás personas, sí, es buena o si es la mejor en algo. Si de verdad usted tiene bondades, cualidades o méritos, seguramente alguna persona que está a su alrededor en algún momento de su vida se lo hará saber.
Como creyentes no debemos de caer ni en vanidad, ni en jactancia, ni en presunción, ni en fanfarronería, ni en altanería, ni en soberbias, sino que debemos de ser unas personas humildes, ya que, todo lo que somos en esta vida se lo debemos a nuestro Señor, que es el único digno de ser alabado, engrandecido y glorificado. Tal como lo reconoció uno de los reyes más grandes que ha conocido la humanidad: Nabucodonosor. Pero esto no llegó a suceder, hasta después que él, se había engrandecido y jactado de su poderío.
Eso lo podemos leer en el libro de Daniel, en el capítulo 4, desde el versículo 29 en adelante que dice: Al cabo de doce meses, paseando en el palacio real de Babilonia, habló el rey y dijo: ¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad? Aún estaba la palabra en la boca del rey, cuando vino una voz del cielo: A ti se te dice, rey Nabucodonosor: El reino ha sido quitado de ti; y de entre los hombres te arrojarán, y con las bestias del campo será tu habitación, y como a los bueyes te apacentarán; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo tiene el dominio en el reino de los hombres, y lo da a quien él quiere. En la misma hora se cumplió la palabra sobre Nabucodonosor, y fue echado de entre los hombres; y comía hierba como los bueyes, y su cuerpo se mojaba con el rocío del cielo, hasta que su pelo creció como plumas de águila, y sus uñas como las de las aves. Más al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades.
Así que le animo a que como creyentes, no tengamos más alto concepto de nosotros mismos, qué el que debemos de tener. si no que pensemos con cordura acerca de nosotros mismos cómo dice Romanos 12:3
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